Corre


Corre, llegas tarde otra vez. No tenías horarios y no estás acostumbrada ahora que has vuelto a empezar.
Has cerrado tus libros de siempre, te has puesto tu ropa preferida cuidando los detalles que nunca cuidas, pero todo eso da igual porque llegas tarde.
Has acabado tu diario, lo cerraste junto con tus libros, tu vida está cerrada también. Corre ¡corre!
Tus pisadas suenan entre el tráfico abrumante de las horas puntas. Tu ropa le hace el coro a gritos, de no poder seguirte se echa para atrás. Jadeas, pero no lo escuchas hasta que te paras en un semáforo. Entonces te percatas también de las gotas de sudor que empiezan a caerte por la cara.
¡Verde, sigue corriendo!
El reloj desaparece, aún estás lejos ¡corre! Las calles se alargan, tus pasos se agrandan. Miras al frente esperando adelantar camino. No tropiezas, vas con seguridad, sabes lo que quieres. Y corres, corres.
No llegas, pero corres.
Verde es tu color, el color de lo último que se pierde. Por eso no paras de correr aunque te empieces a cansar.
Verde, verde intenso, verde brillante, verde... verde...


Despiertas.
Todo se para. Tu corazón palpita rápido. Lo escuchas, lo sientes.
Pero ¿qué soñabas

que te encuentras así?
Lo que son los sueños.

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