Brillo


-I hate darkness...

La “s” final siseó como una serpiente a lo largo del pasillo, perdiéndose entre las sombras. Allí chocando con la puerta cerrada me devolvió su eco y dio la sensación de que verdaderamente un reptil se deslizaba en la penumbra.

La casa estaba a oscuras, no quise encender la luz.

Con la oscuridad todo se acentúa: los ruidos crecen, las sombras amplían sus formas, las distancias parecen interminables y la adrenalina sube a niveles desconocidos.

Suspiré, aún inmóvil en medio del pasillo y comencé a recorrerlo poco a poco en dirección al salón.

Una vez allí, fui directamente al cajón de las velas, extraje una y con un mechero le di vida.

Me senté en la mecedora de mimbre y allí me quedé, balanceándome.

Tuvo que pasar un buen rato hasta que me di cuenta de que la vela se había apagado, pero... yo no veía mal del todo.

Miré buscando a mi alrededor y sonreí: “la ventana, claro”

Una luz intensa se filtraba a través de un hueco que había entre las cortinas. Me acerqué hasta allí y al correrlas dejaron ver, como un telón de un teatro, a la protagonista principal de la obra de aquella noche.



La Luna...



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