Monólogos de tren


No sé por qué me gustan tanto los trenes.

Será por viajar sola, tener tiempo para pensar. Siempre fui un poco egoísta y tener tiempo para mí es mayor regalo que cualquier otra cosa.

Quizás sea por la gente que viaja conmigo. Sin conocer a nadie es más divertido viajar. Me encanta la gente que conversa o la que habla por teléfono, se pueden sacar tantas curiosidades de esas conversaciones... Incluso puedes intentar imaginar sus vidas a partir de lo que dicen, hacen o tienen: su ropa, su móvil, su libro o periódico, su voz, su forma de mover las manos, de andar... La gente más interesante (porque mira que la hay en los trenes) no siempre va a destinos importantes, capitales de provincia y todo eso, a veces te sorprendes de los sitios en los que se baja cada persona, la verdad, eso no importa mucho, todos tenemos algo que contar.

Y luego están los paisajes para cuando te cansas de los demás o de ti mismo.

Suelo viajar por el sur, no hay verde aquí, pero sí algo de mar. La parada que más me gusta es San Gabriel. Desde luego, hay sitios preciosos en ésta península, no sé por qué la gente se empeña en salir de aquí para hacer turismo interesante (que lo habrá sin duda), no sé por qué la gente se empeña en decir que si no sale de aquí no va a progresar, ni ser alguien. Yo pienso que se puede ser alguien en cualquier sitio, incluso aquí. Si estás bien ¿para qué “ascender”?

Las estaciones son muy curiosas también. Ves a la gente que has escuchado en un plano diferente, con su familia, su pareja, sus amigos, cargado de maletas y con cara de expectación. No sé, me gusta.

Otra cosa interesante es que desde el origen del viaje hasta el destino hay una gran diferencia: la ciudad, la gente, el ambiente que se respira... son como dos vidas totalmente distintas. Y el paso de una a otra es el viaje en el tren. Cualquiera lo llamaría magia, aunque esa magia solo dure unos instantes, hasta que te familiarizas con el sitio y éste pasa a formar parte de ti.

Esto es lo más subjetivo de todo, quizá algún día lo entiendas.

3 comentarios:

Txé dijo...

Yo realmente odio los viajes porque termino aburriéndome pero lo cierto es que en el autobus o en el tren son los sitios donde mas tiempo tengo para pensar...realmente son fantasticos,excepto cuando son de una distancia extremadamente grande,usease mucho tiempo...en fin...que que a mi me encanta viajar pero quiero inventar un teletransportador pa que no se tarde tanto...

Saludikos!

Anónimo dijo...

Quizá no es necesario entenderlo... basta con sentirlo =)

Comparto tu opinión acerca de los trenes, incluso en los trayectos más cortos e insignificativos se pueden descubrir cosas increíbles ;) Me encanta la tranquilidad que respiro cuando voy sentada en un tren -aunque generalmente son autobuses- y sé que aun me quedan horas de camino que puedo dedicar a algo tan sencillo como mirar por la ventana y...

pensar...
...o no

:)

¡¡Espero que te queden muchos viajes por hacer, y muchas estaciones por descubrir!! ;)

Adela B dijo...

Estoy de acuerdo con todos tus pensamientos. Yo me trago cada día 45 min de tren a la ida, e idem a la vuelta, pero en el fondo me gusta. Tanto el poder estar sola y pensativa, como el poder imaginar acerca de los que me rodean. Incluso me siento cómoda al coincidir siempre con ciertas personas, muy dispares, a las que no conozco, pero que me transmiten confianza por compartir siempre ese vagón de tren durante unos instantes. Es curioso, pero de alguna forma, ya forman parte de mí.

Un besazo artista!

Más y más tururúS